L A I N E ST AB L E N E C E S I D A D D E S E R L O.
1.
Después del agua reptamos, partimos en un viaje como animales, nos miramos la palma de las manos y pensamos en la materia: ¿Qué tipo de viaje es éste?
Josefina Garzón realiza su trabajo enunciando esta pregunta de manera precisa y urgente. Pisa el suelo y deja en claro lo que no se ve, el gran acertijo recurrente de la condición humana. Con la cerámica y la pintura, sin artilugios banales, sostiene un discurso que aborda al hombre y lo analiza como una práctica de quirófano, como una prueba que será siempre de otra manera en la próxima acción. Una atmósfera de desconsuelo en la certeza de una imagen que nos despierta de la ilusión de aquello que imaginamos.
Una y otra vez nos hace la misma pregunta, tatuada en la piel que aborda sobre una membrana biológica que se expande y explota a tal punto que parece hacernos desparecer; aun así, encapsulado en una extraño paradojal lapso, todo está ahí, expectante e inmóvil, entre dos aguas, sin saberse órgano o piedra y deja claro su costura utilizando un hilo visible que acecha esa imagen que nunca terminamos de evidenciar que es ni que sustancia la habita.
Alterando todo elemento, señala que la imagen es una cristalización de la potencia que no estaría en cada retina pensante.
M Q
La inestable necesidad de serlo es una exposición realizada en 2019 en Córdoba, Argentina, el punto culmine de mi licenciatura en pintura en la UNC.
Partiendo sobre conceptos como la disrupción del significado que provoca lo abyecto, de J. Kristeva, me embarco en un viaje de reflexión a través de la pintura para tratar de comprender los estados intermedios, las dualidades, y las formas del arte. La relación entre una naturaleza completamente inerte y aquella que es parte del engranaje que da la vida son como una poesía que se va construyendo en su lenguaje ambiguo a medida que se fusionan el uno con el otro.
Hay algo sobre lo engañoso que me atrae, excita mis sentidos porque tiene un componente de falsedad y de una verdad universal. La realidad fotográfica se amalgama con el campo pictórico, la intención ilusoria es innegable pero la trastienda del artista nos deja pistas de una realidad que no es.
El resultado final es como una línea que va oscilando entre estos dos términos: no da la sensación de una entidad que cumple con los “requisitos” para estar vivos pero tampoco la impresión de lo inerte. A veces hasta pareciera ser algún estadio previo al cesar de vivir, el detenimiento de los signos vitales. Una imagen que representa algo un poco menos muerto que la muerte.
¿Qué lugares transitamos sin saberlo? Y al ver y sentir ese acto, ¿qué tiempo nos tomaría poder descifrarlo? Este trabajo a manera de ensayo enuncia estas preguntas a través de disciplinas como la pintura y otras imágenes en expansión. Utilizando volúmenes de carácter ambiguo, sugiere proponer procesos y cuestionamientos tales como la lectura conceptual y el abordaje del espacio como un fenómeno imposible de detener.